Hay dos formas en las que respondemos a la luz: la “visión formadora de imágenes”, que permite tener una referencia del mundo visual, y la “no formadora de imágenes”, que detecta el nivel de luz en el ambiente. 

Las personas ciegas pierden todo rastro del primer tipo de visión, y solo un pequeño porcentaje mantiene la capacidad de determinar el nivel de luminosidad externa. 

“La posibilidad de que el ‘cerebro invidente’ vea la luz depende de si alguna vez tuvo experiencia con ella: en caso de que la ceguera sea de nacimiento, el cerebro no podrá ver la luz”, Y si alguna vez hubo experiencia visual, existe posibilidad de recuperar un porcentaje de esta función.

Dr. Aisenberg Pablo
M.P. 229328

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