La esquizofrenia es una de las más graves enfermedades mentales y constituye un serio problema para los pacientes, para las familias y para la salud pública. Su diagnóstico actual se fundamenta principalmente en los síntomas y manifestaciones clínicas que presentan los pacientes.

Sin embargo, la variedad de sus síntomas, así como el solapamiento que estos pueden tener con los de otras enfermedades, hacen muy importante el hallazgo de marcadores biológicos que puedan favorecer un temprano diagnóstico objetivo y, consiguientemente, un tratamiento precoz que mejore el pronóstico de la enfermedad.

Un trabajo publicado en Psychiatry Research sobre la utilización de la tomografía de coherencia óptica (OCT) para detectar de forma precoz la esquizofrenia dice que esta nueva técnica mejora el diagnóstico de la patología y su evolución, pudiendo optimizar la búsqueda de biomarcadores de la enfermedad.

La OCT (tecnología presente en el Instituto Aisenberg) analiza en el fondo de ojo el estado de las fibras de la retina y del nervio óptico permitiendo de modo no invasivo observar el engrosamiento o adelgazamiento de las fibras de la retina y del nervio óptico, que constituyen un fiel reflejo del estado del sistema nervioso central en el cerebro. El adelgazamiento de las fibras retinianas, un posible síntoma ya que sugiere la presencia de neurodegeneración en pacientes con esquizofrenia, es lo que los vieron los investigadores de las Universidades de Madrid y Zaragoza. También este equipo ha logrado documentar la modificación de las fibras retinianas conforme evoluciona la enfermedad. Así, tras un episodio reciente de esquizofrenia las pruebas muestran un engrosamiento sugerente de neuroinflamación, lo que permitiría un tratamiento y control mucho más precoz al inicio de la enfermedad.

Por el contrario, cuando no existe un episodio reciente, las fibras retinianas muestran un adelgazamiento que sugiere la neurodegeneración, es decir, que la enfermedad ya es un hecho.

De este modo, esta técnica puede proporcionar importantes datos objetivos para el diagnóstico de la esquizofrenia y para seguir su evolución, pudiendo convertirse en una importante aportación en la búsqueda de biomarcadores de la enfermedad que permitan progresar en un diagnóstico basado en pruebas objetivas.

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